

San Andrés no es solo una ginebra: es la historia de un joven valenciano, Andrés Peraita, que con apenas 19 años decidió seguir una pasión que lo acompañaba desde siempre: la ginebra.
Lo que empezó como una simple afición probar, comparar, disfrutar y sobre todo probar muchas ginebras. Pronto se convirtió en una obsesión. Andrés quería crear algo propio, una ginebra que hablara de él, de su tierra y de su forma de entender la vida. Pero el camino no era sencillo, no tenía experiencia, ni formación en destilación, ni contactos en el sector. Solo tenía una idea clara: quería una ginebra fresca, cítrica, que uniera el carácter mediterráneo con la esencia de los amantes de lo bueno, de lo mejor.
Tras meses de lecturas, pruebas y errores, Andrés se atrevió a dar el gran paso para él y pequeño paso para la humanidad, visitar una destilería que, según había oído, era la mejor de toda la Comunidad Valenciana. Llegó con su receta casera, llena de ilusión y convicción. Pero la reacción inicial no fue la que esperaba: le dijeron que aquella mezcla no funcionaría, que no se podía llevar a cabo y que el resultado no sería bueno.
Me dijeron: "Si quieres envenenar a alguien la hacemos"